La nariz es negra, los ojos color avellana oscuro. Las orejas tienen forma de V y cuelgan hacia abajo. La cola, de inserción alta en el extremo trasero, llega hasta los corvejones. El cuerpo del bullmastiff es grande, poderoso y de aspecto cuadrado. El pelaje es corto y fácil de mantener; los colores pueden ser leonado, marrón rojizo o atigrado. El macho mide entre 63 y 68 cm de altura y pesa entre 50 y 59 kg. Las hembras miden entre 61 y 66 cm de altura y pesan entre 45 y 54 kg.

Los bullmastiffs son dóciles y cariñosos con los miembros de la familia. Su carácter generalmente tranquilo y afable los convierte en buenos perros para familias con niños que se portan bien. Sin embargo, su actitud relajada con los miembros de la familia suele cambiar cuando un extraño entra en escena. Estos perros tienden a desconfiar bastante de las personas ajenas a la familia. A pesar de su lealtad familiar, el bullmastiff no es fácil de manipular. Puede ser independiente, lo que puede dificultar su adiestramiento. También puede ser menos tolerante con los animales de la familia que con los humanos. Si está pensando en añadir un bullmastiff a su colección, conviene tener precaución.

Una familia con un bullmastiff se verá recompensada con un compañero cariñoso y leal. Sin embargo, a pesar de su carácter generalmente tranquilo, la supervisión es fundamental cuando está cerca de niños, ya que es tan grande que podría derribarlos sin querer. La socialización y el adiestramiento son cruciales para una convivencia exitosa con esta raza. Al exponer al perro a tantas personas, lugares y situaciones nuevas como sea posible, especialmente cuando es cachorro, puede ser menos desconfiado de las visitas y desconocidos. Su pelaje corto minimiza sus necesidades de aseo y muda poco. Si va a añadir un bullmastiff a su familia, considere comprarle un babero, ya que estos perros tienden a babear bastante. También son conocidos por roncar. Como ocurre con la mayoría de las razas muy grandes, el bullmastiff no vive tanto como los perros más pequeños. La esperanza de vida promedio es de entre ocho y diez años.

El bullmastiff fue desarrollado a mediados del siglo XIX por guardabosques británicos para proteger las fincas rurales de los cazadores furtivos. Al cruzar el mastín, de mayor tamaño, con el bulldog, los criadores lograron desarrollar un animal robusto pero activo, capaz de cubrir distancias cortas con rapidez, derribar a un cazador furtivo y retenerlo allí hasta que llegara el guardabosques para detenerlo. Hoy en día, sin embargo, el bullmastiff es más probable que sea una mascota familiar tranquila, leal y cariñosa que el peor enemigo de un cazador furtivo. El "perro nocturno del guardabosques" se puede encontrar ahora holgazaneando en casas de familias y compitiendo en pistas de exhibición. La raza fue reconocida por el AKC en 1933.